RIESGOS MICROBIOLÓGICOS DE NADAR EN PISCINAS FRENTE AL AIRE LIBRE

27 Abril, 2023
La natación al aire libre se ha popularizado enormemente en los últimos tiempos. Nadar al aire libre no sólo es una forma agradable de disfrutar del sol, el aire fresco y el entorno verde, sino que también puede ayudar a aliviar el estrés y aumentar nuestras endorfinas. Esto crea una sensación de bienestar, además de quemar calorías y ejercitar los músculos. 
 
Sin embargo, las ventajas de la natación al aire libre van acompañadas de algunos peligros. Estos nadadores no sólo corren más riesgos con las mareas, las corrientes y el oleaje, sino que también puede haber bichos y bacterias desagradables en el agua. Además, en ocasiones, las aguas residuales no tratadas desembocan en mares, ríos y lagos, por lo que puede resultar difícil encontrar un lugar seguro para nadar. 
 
Por supuesto, nadar en una piscina conlleva también sus propios riesgos. Las infecciones urinarias, de oído y digestivas son las enfermedades más comunes. Las piscinas sucias también pueden provocar escozor en los ojos y albergar todo tipo de bacterias y gérmenes, procedentes de la orina, heces y sudor. En muchos sentidos, las piscinas son como una gran bañera llena de desconocidos. 
 
Pero aunque está claro que nadar en aguas al aire libre conlleva riesgos diferentes de los de nadar en una piscina, la cuestión de dónde es más seguro nadar puede no parecer obvia a primera vista. Así pues, ¿dónde es más seguro bañarse: en piscinas o en ríos, lagos, canales y el mar?. 
 
Aguas tóxicas 
 
A diferencia de las piscinas, donde las aguas se controlan cuidadosamente, las aguas al aire libre cambian constantemente de composición. Esto significa que pueden filtrarse sustancias químicas a las aguas salvajes procedentes de granjas o zonas industriales cercanas, los animales pueden defecar en el agua y, en determinadas zonas, las aguas residuales humanas pueden verterse legalmente o de cualquier otra forma al agua (si ves tuberías, no te metas). 
 
Puede que no haya señales que adviertan de los peligros y que la presencia de agentes tóxicos no sea evidente. En caso de duda sobre la seguridad química de las aguas exteriores, es mejor no entrar en ellas. Si el agua no tiene buen aspecto u olor, confíe en su instinto y no se bañe. 
 
También hay peligros naturales en las aguas al aire libre en comparación con las piscinas, sobre todo en verano. Las algas verdeazuladas son un tipo de bacteria que se encuentra de forma natural en los ecosistemas lacustres. En los veranos cálidos, las algas tienden a multiplicarse y formar una espuma verde pulverulenta (conocida como floración) en la superficie del lago. Esta proliferación de algas verdeazuladas puede liberar toxinas nocivas para el ser humano y, en ocasiones, letales para los animales domésticos. 
 
Nadar o ingerir agua con algas que liberan toxinas puede provocar erupciones cutáneas, irritación ocular, trastornos gastrointestinales graves, fiebre y dolores musculares y articulares. 
 
Bacterias y virus.
 
La diarrea es la enfermedad más común relacionada con la natación en aguas abiertas, a menudo debida a la contaminación por aguas residuales. Se enferma si se ingiere agua contaminada, que puede contener bacterias y virus como E. coli y Norovirus. 
 
Las ratas que viven en alcantarillas adyacentes a ríos o canales de agua dulce también pueden transportar en su orina el patógeno bacteriano Leptospira, causante de la leptospirosis (enfermedad de Weil). La infección se produce si se ingiere agua de un lago, río o canal que contenga orina de animales infectados, y entra en los ojos de un nadador o en un corte en la piel. 
 
La leptospirosis puede causar enfermedades hepáticas y renales, y puede ser mortal si no se trata. Si desarrolla síntomas de gripe o ictericia hasta dos semanas después de nadar en un río o canal, hay que pedirle a su médico un análisis de Leptospirosis. 
 
En cuanto al mar, un estudio de 2018 descubrió que las personas que nadaban en agua de mar tenían más probabilidades de sufrir infecciones de oído, nariz, garganta y sistema gastrointestinal que las que se quedaban en la playa. Así que es una buena idea  lavarse después de nadar en cualquier agua al aire libre, y siempre antes de comer alimentos. 
 
El veredicto 
 
Si lo sumamos todo, incluso con la posibilidad de que haya gente haciendo pis y caca en la piscina, una piscina gestionada siempre será un entorno más seguro para nadar. Sobre todo si tenemos en cuenta cosas como las picaduras de medusa y los riesgos que conlleva nadar en agua fría. 
 
En comparación con una piscina, es más probable que los nadadores salvajes se pongan enfermos por nadar en agua al aire libre, ya que siempre habrá microbios potencialmente causantes de enfermedades. 
 
El agua de las piscinas, con niveles adecuados de desinfección con cloro y mantenimiento del pH, tiene muchas menos probabilidades de contener microorganismos infecciosos, por lo que representa un entorno mucho más seguro para la natación. Las lesiones y los ahogamientos también son mucho menos probables en piscinas con socorristas formados y con equipos de seguridad. 
 
Así pues, una piscina gestionada al aire libre puede ofrecer lo mejor de ambos mundos: nadar bajo el sol y disfrutar de la naturaleza.