¿Existiría ya la Legionella en tiempo de los romanos?
24 Febrero, 2024
Es bien conocido que la Legionella es una bacteria ambiental cuyo nicho ecológico natural son las aguas superficiales, como lagos, ríos, estanques,... Desde la naturaleza, la bacteria, por los sistemas de abastecimiento, puede llegar a las instalaciones creadas por el hombre que requieren agua para su funcionamiento, como las redes de agua caliente o los spas.
La arqueología nos enseña que, desde su origen, el hombre ha debido actuar de “forma tecnológica” sobre el agua para mejorar sus condiciones de vida, especialmente en los ámbitos urbanos. La ingeniería romana ha sido admirada durante generaciones especialmente la referida al agua corriente. En las grandes ciudades del imperio, los acueductos abastecían de agua a los baños públicos y para beber, estableciendo un nivel de técnica que no fue superado en más de mil años.
Sabemos que un hallazgo en mayo de 1896 permitió encontrar las termas y una caldera romana intactas, con todas sus tuberías en las excavaciones de la Villa Della Pisanella en Boscoreale (Nápoles). Actualmente, la caldera, se conserva en la sección tecnológica del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (MANN).
La caldera y las tuberías eran de plomo y las válvulas de bronce y fundidas en un solo bloque mediante moldes. La conexión a las tuberías de plomo se realizaba mediante soldadura, pero en lugar de soplete, utilizaban unas pequeñas varillas de punta plana cuya punta se había calentado al rojo vivo gracias al uso de fraguas portátiles. Para el fundente probablemente se utilizaría resina de pino, protegiéndolo de la oxidación.
La fabricación de este tipo de mecanismos debía cumplir con un estándar, a modo de norma de calidad, establecido por Frontinus en su manual De aquae ductu urbis Romae, Gracias a este trabajo, se conoce con detalle la gestión hidráulica en la antigua Roma, cuyas importantes infraestructuras precisaban de una organización eficaz en el mantenimiento, inspección y control.
Frontinus planteaba que los sedimentos de los acueductos eran un problema común, especialmente en los que extraían agua directamente de los ríos y para evitarlo se construyeron numerosos tanques de asentamiento a lo largo de los acueductos.
También se dispusieron puntos de distribución en la propia ciudad, donde el suministro se dividió para alimentar diferentes usos. Según el manual, el agua de mala calidad se usaría para riego, jardines o descarga en las alcantarillas, mientras que solo la mejor agua se reservaría para uso potable. El agua de calidad intermedia debía servir a los muchos baños y fuentes y reprobaba la práctica de mezclar suministros de diferentes fuentes. En ocasiones, para evitar que el agua se corrompiera, como desinfectante, se usaban monedas de plata en el interior de las vasijas que transportaban el agua.
Por tanto, ya observamos algunos elementos comunes a la problemática actual de la Legionella que, de forma inconsciente, estaban actuando para prevenir la enfermedad, aunque quizás no tanto en lo referido al saturnismo causado por el plomo.
El agua caliente, la protección de la oxidación, la calidad del agua, el drenaje y limpieza de sedimentos, norma de calidad, el uso de monedas de plata como desinfectante en las vasijas y depósitos de agua, la distribución en puntos terminales o el uso de termas y piscinas con agua climatizada son cuestiones que a diario nos planteamos en la actual prevención y control de Legionella.
Estas termas, diseñadas para bañarse y relajarse, eran habituales en todas las ciudades del Imperio romano. Los baños incluían una gran variedad de salas con diferentes temperaturas, así como piscinas y lugares para leer, relajarse y socializar. En poco se diferenciaban de nuestros actuales spas, donde se anhela el Salus per aqua.
Por tanto, tenemos muchas similitudes con la higiene del agua que se practicaba en el Imperio Romano hace más de 2.000 años. Quizás con un muestreo adecuado y un buen laboratorio acreditado, los médicos Dioscórides, Sorano de Éfeso, Asclepíades o Galeno podrían haber detectado la bacteria en las aguas de aquellas termas y acueductos.
Para mayor semejanza, también existían entonces las legiones romanas como la fuerza de combate más poderosa del mundo antiguo. Sin embargo, había una importante diferencia: sus aguerridos soldados poco tenían que ver con los militares jubilados de la Legión Americana que sufrieron el brote de neumonía de Philadelphia en 1976.
Febrero 2024.